En nuestra última edición en papel de Azul y Verde hemos presentado dos entrevistas cuyo objetivo es mostrar las de nuestros pueblos costeros y nuestros pueblos de interior.
Esta primera entrevista, representando a los pueblos de interior, la responde Belén Ceballos, alcaldesa de Los Tojos, y Presidenta de la Mancomunidad Saja Nansa.
Un
espacio tan particular como es el de los “pueblos de interior “debe de tener
unas condiciones particulares propias...
¿qué es lo que distingue un espacio de interior de los demás.
Hay
pueblos de interior muy distintos por las dimensiones o por la geografía en la
que están, pero creo que lo que hace que un espacio de interior sea verdaderamente especial es la
actitud de sus habitantes, porque son capaces de vivir bien con mucho menos, se
conforman con una pequeña parte de lo que disponen y necesitan los habitantes
de pueblos grandes. Hemos aprendido a lo largo de los años a conjugar y
compensar el poder vivir junto a la maravillosa naturaleza que nos rodea con las importantes carencias
que eso nos ha ido suponiendo.
Es
evidente, por tanto, que existe una forma de ser definida, propia de la gente
de interior...
Claro
que sí. La gente del interior, generalmente, es noble, honrada y bondadosa. La
forma de vivir nos ha ido enseñando a ser así. Tal vez seamos también algo
introvertidos, y podamos parecer algo más tímidos o huidizos de lo que
realmente somos, pero ha sido esa forma de vivir que hemos llevado, de pasar
muchas horas en soledad.
Como en
cualquier otro sitio, vivir en un pueblo de interior debe de tener su ventajas,
pero también sus inconvenientes...
Es
evidente que nuestra mayor ventaja es vivir rodeado por la naturaleza y de los
animales, o también la paz y tranquilidad que se respira en nuestros pueblos.
Es nuestro tesoro más codiciado por la gente de las ciudades o de los pueblos
grandes. Pero esa misma riqueza pisajística y natural también puede convertirse
en un inconveniente en algunos casos: todo el espacio que rodea a nuestros
pueblos suele estar bajo alguna figura de protección o declarado
urbanísticamente como “de especial protección”, lo que puede suponer, por
ejemplo que un joven de nuestro pueblo no pueda arreglar una cabaña o hacerse
una casa nueva en algún terreno de sus padres, y claro, eso puede terminar en
que busque otro lugar como residencia.
En
cualquier caso, es posible que nuestra mayor carencia sea la falta de un medio
de transporte eficaz y la deficiencia en temas de ocio y tiempo libre. Con una
solución para esto y con lo que advertíamos antes, seguro que mejoraría el
asunto del envejecimiento de la población.
Para
muchos de los que visitan estos pueblos, pueden parecer lugares de temporada,
pero ¿qué podemos encontrar en estos pueblos que les conviertan en un destino
interesante para todo el año?
Fundamentalmente
la tranquilidad que se respira en el pueblo, la paz, lejos de ruidos, humos y
estrés.
La vida
en el pueblo se vive de forma más lenta y sosegada, y eso, en estos tiempos, es
un privilegio. Además, aunque en el verano se intensifica la actividad,
nuestros pueblos ya son también el punto de referencia de los aficionados al
senderismo y a los deportes de montaña o de naturaleza, y eso cada vez va
siendo menos estacional, cada vez hay más gente que nos visita en la época de
la berrea, en busca de los colores del bosque en otoño, cuando aparece la
nieve…
Parece
ser, entonces que existe un perfil del visitante típico de los pueblos de
interior? ¿Qué es lo que vienen buscando ?
Suele
ser un turismo más bien familiar,
generalmente, personas en torno a los cincuenta años, y vienen,
principalmente desde las grandes ciudades; aunque cada vez hay más movimiento
de gente de todo tipo que se ve atraída por la tranquilidad y la belleza de los
pueblos y el entorno, y vienen a caminar o a pasear.
¿Cómo
sería el lugar ideal para vivir en el interior?
La
verdad es que, como ya he dicho, necesitamos poco para ser un lugar ideal... y
además es que ya tenemos mucho de lo que se considera un sitio perfecto para
vivir. Podríamos caer en la tentación de pedir tiendas, teatros o
polideportivos para nuestros pueblos, pero creo que lo que realmente
necesitamos sería una buena accesibilidad a todo eso. Un buen sistema de
transporte (que sería vital para las personas mayores) y, tal vez, una buena
estructura u ordenamiento rural, que supusiera la existencia de unos pueblos, a
modo de cabeceras comarcales, que nos evitasen ir a Santander para determinados
asuntos de servicios o de ocio. Y algo más de trabajo, no sé si eso sería ya
mucho pedir…
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