José Luis Pérez Gutiérrez es un empresario joven que ha ido aprendiendo a golpe de ir poniendo su empeño en encontrar una fórmula distinta que le permitiera permanecer en su pueblo y evitar el abandono del medio rural. Y a veces ocurre eso de que los árboles no te dejan ver el bosque, porque tropezamos una y otra vez en algún planteamiento cuya fórmula ya nos resta energía y nos impide arrancar un proyecto distinto. José Luis se ha desmarcado de la visión de encontrar el Valle del Nansa como un espacio complicado y problemático, y prefiere ver ese territorio con otra mirada. Él dice que “ la implantación del Plan LEADER en la comarca, la mejora de los accesos por carretera, la apertura la público de las cuevas del Soplao ó la actuación dinamizadora en los últimos años de la Fundación Botín en la comarca del Nansa han convertido a ésta en una zona con un importante potencial de crecimiento que intentaremos aprovechar en una comarca con una abundante oferta gastronómica, pero que prácticamente no ofrece alternativas de ocio a la visita de la cuevas del Soplao, que es nuestro principal reclamo para la llegada de viajeros”
Comenta que la comarca ya disfruta de un “excelente marco paisajístico y patrimonial” y que lo único que necesita es un “esfuerzo dinamizador” que lo ponga en marcha. Su convencimiento sobre los valores y atractivos de la zona es tal que ha convertido al propio valle en elemento protagonista de su proyecto. Sobre una previa propuesta de alojamiento ya existente en la aldea de Riclones, José Luis ha ideado una multipropuesta que combina diferentes posibilidades de interés: unos apartamentos, un restaurante, un spa con gimnasio y masaje… y la novedad de un museo sobre el Valle del Nansa. En las 7 salas que ocupan 300 metros cuadrados de exposición podemos conocer y repasar la forma de vida en el mundo rural a lo largo de su historia mediante paneles fotográficos, textos, videos, objetos antiguos…
Tras un laborioso trabajo de recopilación de información, selección de textos e imágenes, y búsqueda de recursos de todo tipo, la visita permite hacer un paseo por el espacio y el tiempo del valle, con paradas, por ejemplo, en la artesanía de albarcas y aperos, del folclore local y la gastronomía, del juego de los bolos, de los aprovechamientos del río, de las cuevas y el patrimonio histórico… Pero el mismo José Luis nos advierte que es necesario “complementar la inversión global con otras fuentes de ingresos dado que un espacio museográfico por sí mismo es muy difícil de rentabilizar. Por tanto intentaremos aprovechar unas actividades complementarias que hagan esta actividad más rentable: apartamentos y restaurante, así como un pequeño espacio donde vender productos típicos de la zona dando una imagen de comarca basada en la calidad de los mismo”
El proyecto del museo ha rondado los 49 000 euros, de los cuáles 17003 han sido cubiertos por una ayuda de los fondos LEADER que corresponden al Plan Comarcal de la Asociación de Desarrollo Rural Saja Nansa (Consejería Ganadería, Pesca y Desarrollo Rural del Gobierno de Cantabria)
Jose Luis Pérez tiene muy claro la necesidad de abrirse paso mediante el uso de la imaginación, y dice haber encontrado su particular fórmula en un planteamiento que busca “Generar una actividad novedosa, fundamentada en la tradición de la zona y dando una nueva perspectiva a la actividad hostelera, económicamente rentable, sostenible, y generadora de empleo, tanto de manera directa como indirecta”
Le deseamos suerte en el desarrollo de su proyecto que, ya sabemos, no ha hecho más que empezar…
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