Una nueva demostración de que gran parte de la Prehistoria está por
escribir es la noticia reciente sobre el nuevo sistema de dataciones puesto en
marcha en varias cuevas cantabro-asturianas y que supone un replanteamiento y
una revisión de fechas y periodos en el ámbito de toda la cornisa cantábrica.
La mayoría de los trabajos tradicionales de datación se
basaban en el Carbono 14 , lo que suponía
una labor delicada al hacerse sobre un material que resulta inestable
cuanto mas alejada es su fecha, y que, aunque es muy eficaz para datar restos
que tuvieron vida hasta hace 10-15000 años, llega a ser poco recomendable
cuando sobrepasa la barrera de los 20000 años. En cambio, las nuevas pruebas se
basan en mediciones sobre la propia roca, un método que mide los isótopos de
uranio en las calcitas, una costra de milímetros que se ha ido depositando
sobre las pinturas con el paso de los milenios, lo que supone una mayor
fiabilidad según los expertos.
Ahora, indistintamente de que se entre en la polémica de si
alguna de las representaciones pudieron estar hechas por neandertales o es una
actividad propia y exclusiva de los sapiens, será inevitable poner en duda las
dataciones de las demás cuevas, para que se disponga un escenario coherente
para toda la Cornisa Cantábrica.
En nuestro caso local, la cueva de Chufín, tiene una
datación superior a 15000 años para las figuras grabadas del vestíbulo y que venían
a coincidir con el material arqueológico recogido por el yacimiento del
vestíbulo, pero las figuras de Chufín responden a criterios estilísticos que aún
no sabemos como podrían verse afectados por los paralelismos de El Castillo o
Altamira.
Y justo cuando estábamos señalando la importancia de
este patrimonio en la comarca vienen las
noticias a darnos la razón de que la Prehistoria continua siendo un periodo
apasionante que apenas vamos conociendo, y que tenemos el privilegio de contar en
nuestra comarca con una de las llaves que permitirán aportar más luz a ese
escenario.
Para los que aún no la habéis visitado, contaros que la
cueva se encuentra en Riclones, en un paraje arbolado y escondido muy cerca del
nivel del agua del embalse de La
Palombera, espacio que debió de funcionar como un perfecto
cazadero por su perfecta condición como lugar de vigilancia y acceso al agua.
La cueva tiene un vestíbulo en el que una excavación su uso como abrigo hace
más de 17000 años. Allí mismo aparece un panel con grabados de ciervas y
bisontes básicamente; también algún grabado interior que completa un bestiario
animal de bisontes, caballos, bóvidos, ciervo y carpido. En cuanto a las
pinturas, se caracterizan por un intenso
color rojo y destacan las composiciones rojas realizadas a base de
puntuaciones, algunas de las cuales han sido interpretadas como
representaciones genitales. En ese mismo color se pueden observar caballos, un
uro, diversas puntuaciones a veces organizadas en series, una figura femenina y
un ciervo.
La cueva tiene un corto recorrido que termina en una pequeña
laguna interior cuyo origen parece ser el propio embalse exterior.
No hay comentarios:
Publicar un comentario